Félix era un tipo duro. Llevaba muchos años viviendo en las calles, y conocía todos los trucos necesarios para sobrevivir. Sabia donde encontrar comida o un sitio caliente donde dormir, y si alguien se metía con él era bien capaz de dar pelea, a pesar de su edad (siempre conseguía, como mínimo, que su adversario saliera peor parado que él).
Pero este invierno estaba siendo duro. Hacia frío, y la gente de la ciudad estaba especialmente antipática. Cosa de una campaña contra los suyos, o algo así. Costaba encontrar comida, le echaban de sus lugares de descanso habituales, e incluso alguien había intentado maltratarle. Pero he pasado otros inviernos más difíciles, pensaba Félix. Sobreviviré también a este, se decía.
Pasaron las semanas y las cosas no mejoraron. En absoluto. Un dia cualquiera de febrero, Félix estaba tendido en la calle, muerto de frío y hambre en un rincón. Un poco de leche era lo último que se había llevado a la boca, porque alguien con demasiada humanidad como para hacer caso a estúpidas campañas había tenido a bien dársela.
Mientras un extraño calor le invadía el cuerpo, recordaba como le gustaba la leche cuando convivía con el doctor Erwin S., en su juventud. Un buen tipo el tal Erwin, aunque un poco raro, con su gusto por los experimentos que incluyeran cajas y botellas. Todo era tan fácil entonces… ¿Por qué se fue? Pero no, no se arrepentía de haberlo hecho. Había vivido una buena vida, una vida interesante, y estaba satisfecho. Había tenido suficiente. Pensando esto, dejó que el calor lo tomara y le robara las fuerzas, y finalmente su vida acabara.
1 comment:
q guai!!!!!
Post a Comment