Soy un mutante, y tengo un poder. Es uno de esos poderes simétricos, con un aspecto negativo y uno positivo.
Mi poder se basa en expulsar fluidos con distintas propiedades por la boca. Por una parte, puedo expirar un gas rosado de olor dulce, que tiene unas capacidades curativas limitadas, entre otras cosas. Esta es, claro, la parte positiva. La versión mala es una especie de líquido negro y espeso que puedo escupir. Este liquido provoca un dolor sordo al contacto con la piel y tiene un sabor amargo (¡Sin metérselo en la boca!).
Curiosamente, me cuesta mucho no expulsar ese gas en cuanto lo genero, mientras que el liquidillo asqueroso me duele al salir por la garganta y me lo trago por reflejo.
Parece bueno, ¿no? Pero... la bilis, por ponerle un nombre, se me acumula en el estómago y al final me amarga hasta a mi, que se supone que soy inmune. Total, que muy de vez en cuando me paso un par de dias vomitando alquitrán.
Y no solo por eso seria mejor escupir de vez en cuando, no sé, no lo he probado pero igual sirve para algo la pasteta esta, tal vez podria cauterizar una herida o algo así... Encima, sacar mi gas positivo en cuanto lo genero también es malo a veces: una vez casi ahogo a un amigo asmático a base de eructos sonrosados.
Y aquí estoy, como un X-men de segunda, intentando escupir veneno que me quema la garganta y no exhalar nubes de algodón rosa indiscriminadamente.
Cuando lo consiga, ¿seré un superhéroe?
Mis blogs de cuando tenía 18 años pero ahora que tengo 29. Con un poco menos de política y bastante más de ciencia.
Wednesday, January 19, 2011
Tuesday, January 11, 2011
Inmersión lingüística
Que irónico que la entrada la escriba en castellano, ¿no? No, quizás no.
En todo caso, he estado reflexionando sobre este conflictivo elemento de la educación pública catalana y he llegado a la conclusión de que la inmersión lingüística es buena idea. Vale, mucha gente opina lo mismo, pero lo interesante es que yo he llegado ahí con un razonamiento distinto.
Para empezar, sentemos unas bases para el razonamiento. Mi premisa es que la educación es principalmente un derecho del niño que es educado, y no de los padres o de la sociedad, aunque sí que tienen algo que decir sobre el asunto, claro.
A continuación, tomo la palabra al ministro de educación cuando dice que “Los informes y encuestas que tenemos muestran que en Cataluña no se conoce peor el castellano que en otras CCAA”. La fuente no parece de la máxima fiabilidad, pero yo se lo he oido decir por la radio. He buscado estos datos y no los encuentro, así que me lo creo porque debo confiar en que el ministro que se ocupa del tema esté bien informado.
Entonces, si con una inmersión lingüistica en catalán el castellano ya se aprende mejor que en la media de España, ¿para qué quitar la inmersión y permitir que con algunos estudiantes se utilice el castellano como lengua vehicular? La respuesta obvia es que para estar por encima de la media. ¡Todo lo que sea mejorar es bueno! Pero claro, si esto se deja a la elección de los padres (el único criterio que he visto), sin duda la gran mayoría de los que escojan esta opción serán familias castellanoparlantes, que en buena lógica son las que mejor castellano tienen (y ayudan a subir la media) mientras que deben ser las que andan más flojas con el catalán.
Si esto sucede, parece lógico que el castellano mejore, pero poco (porque los menos conocedores de esta lengua seguirán estudiandola en misma cantidad) mientras que el catalán empeore bastante más (porque aquellos a quienes beneficiaba más la immersión lingüistica pierden este beneficio). En definitiva, que aunque hay una mejora en el nivel de castellano del país, netamente la educación media sale perdiendo, y también la del niño individual: el catalanoparlante se queda igual, mientras que el castellanoparlante cambia una leve mejora de su castellano por un descenso en picado de su nivel de catalán.
Conclusión: dejar elegir a los padres la lengua vehicular en la enseñanza de sus hijos atenta contra su educación.
Dicho esto, una tercera hora de castellano no creo que sobrase, y también hay un criterio alternativo al que yo he discutido, si se quiere eliminar la inmersión homogénea, que cuadra con mi razonamiento pero es extremadamente impopular: que la lengua vehicular sea la que el niño no habla en casa, o en su entorno social. No digo que sea bueno, pero en todo caso no es peor que dejar elegir a los padres (desde el punto de vista de la educación de cada niño).
Pd: Si has llegado hasta aquí, dejame un comentario y te regalo un caramelo. En serio!
Esto va de:
castellano,
catalán,
cruasan,
educación
Monday, January 3, 2011
Espiritualidad pagana
Hola!
Os quiero hablar hoy de una fiesta a la que asistí la pasada nochebuena, y las reflexiones que en mí originó.
La Fia Faia es una fiesta popular originalmente pagana, en que unas antorchas de hierbas enormes (hasta 3 o 4 metros de longitud), las Faias, son encendidas en una hoguera en el monte cercano al pueblo (la hoguera está en el punto por donde sale el sol, visto desde el pueblo) y son bajadas hasta el mismo, donde encienden a otras que las están esperando. Las Faias son llevadas en procesión a un par de plazas distintas del pueblo, que se llenan de llamas y humo, y a medida que se consumen se utilizan para formar hogueras en el suelo. Finalmente, se baila alrededor del fuego y se come coca con allioli de membrillo.
Esta es la descripción más o menos resumida, pero no es lo que a mi me parece interesante, sino el efecto que tuvo sobre mi. Vaya por delante que yo tenía un muy mal día por una(s) razón(es) muy concreta(s) que no hace falta tratar aquí.
Empezamos esperando a las antorchas al lado de la iglesia. Mientras observamos como los puntos de luz bajan de la montaña, suena una música medievaloide repetitiva tocada por instrumentos de viento de metal (creo) muy viva, que me pone en el estado de ánimo correcto para lo que vendrá después. Para cuando las Faias llegan al pueblo, yo ya estoy siguiendo el ritmo de la música a base de saltitos. Entonces pienso: ¡Eh! Esto es una fiesta del solsticio, ¿no? Se hace para evitar que las noches se sigan alargando. Simbólicamente, para expulsar la oscuridad. ¡Bien! ¡Así me la tomaré yo! Lo que está haciendo esta gente y de lo que yo participo me servirá también a mi.
Así, estuve todo el rato posterior bien cerca de las llamas, tragando humo sin importarme, porque de alguna manera eran un humo purificador y unas llamas preciosas con un gran componente simbólico (quemar lo malo, traer luz). Y al final de la fiesta bailé eufórico en corro alrededor del fuego con desconocidos y salté hogueras, cosa que es, o era, muy sorprendente en mi, de naturaleza timida.
Lo curioso del caso es que yo no soy una persona especialmente espiritual. La reflexión emocional (si es que tiene sentido decir esto) que me provocó fue posible precisamente porque me llegó a través de los sentimientos "simples": tristeza, alegría, etc.
¿Por qué no cala en mi el sentimiento de la religión? Tal vez sea porque la espiritualidad que se transmite en una misa, o al menos la que a mi me llega, es una emoción mucho más elaborada, o tal vez sea que se intenta transmitir en parte a través de la razón, y mi razón tiende a deconstruir muchas de las cosas que le son presentadas, desgastándolas con el tiempo. Parece que para llegar a mi espiritualidad hay que saltar por encima del muro de mi racionalidad, o colarse entre los resquicios, y la parte más puramente emocional de la religión, la mística de dios o como lo queramos llamar, es un sentimiento complejo, gordo y pesado, que no alcanza a pasar sobre esa pared y choca contra ella. (En cambio, la parte de valores altruistas de la religión católica me llega bien. No sé si es una emoción mucho más simple para mi o si directamente no encaja con mi razonamiento).
Para acabar, una foto del extremo de una Faia que me hipnotizó.
Os quiero hablar hoy de una fiesta a la que asistí la pasada nochebuena, y las reflexiones que en mí originó.
La Fia Faia es una fiesta popular originalmente pagana, en que unas antorchas de hierbas enormes (hasta 3 o 4 metros de longitud), las Faias, son encendidas en una hoguera en el monte cercano al pueblo (la hoguera está en el punto por donde sale el sol, visto desde el pueblo) y son bajadas hasta el mismo, donde encienden a otras que las están esperando. Las Faias son llevadas en procesión a un par de plazas distintas del pueblo, que se llenan de llamas y humo, y a medida que se consumen se utilizan para formar hogueras en el suelo. Finalmente, se baila alrededor del fuego y se come coca con allioli de membrillo.
Esta es la descripción más o menos resumida, pero no es lo que a mi me parece interesante, sino el efecto que tuvo sobre mi. Vaya por delante que yo tenía un muy mal día por una(s) razón(es) muy concreta(s) que no hace falta tratar aquí.
Empezamos esperando a las antorchas al lado de la iglesia. Mientras observamos como los puntos de luz bajan de la montaña, suena una música medievaloide repetitiva tocada por instrumentos de viento de metal (creo) muy viva, que me pone en el estado de ánimo correcto para lo que vendrá después. Para cuando las Faias llegan al pueblo, yo ya estoy siguiendo el ritmo de la música a base de saltitos. Entonces pienso: ¡Eh! Esto es una fiesta del solsticio, ¿no? Se hace para evitar que las noches se sigan alargando. Simbólicamente, para expulsar la oscuridad. ¡Bien! ¡Así me la tomaré yo! Lo que está haciendo esta gente y de lo que yo participo me servirá también a mi.
Así, estuve todo el rato posterior bien cerca de las llamas, tragando humo sin importarme, porque de alguna manera eran un humo purificador y unas llamas preciosas con un gran componente simbólico (quemar lo malo, traer luz). Y al final de la fiesta bailé eufórico en corro alrededor del fuego con desconocidos y salté hogueras, cosa que es, o era, muy sorprendente en mi, de naturaleza timida.
Lo curioso del caso es que yo no soy una persona especialmente espiritual. La reflexión emocional (si es que tiene sentido decir esto) que me provocó fue posible precisamente porque me llegó a través de los sentimientos "simples": tristeza, alegría, etc.
¿Por qué no cala en mi el sentimiento de la religión? Tal vez sea porque la espiritualidad que se transmite en una misa, o al menos la que a mi me llega, es una emoción mucho más elaborada, o tal vez sea que se intenta transmitir en parte a través de la razón, y mi razón tiende a deconstruir muchas de las cosas que le son presentadas, desgastándolas con el tiempo. Parece que para llegar a mi espiritualidad hay que saltar por encima del muro de mi racionalidad, o colarse entre los resquicios, y la parte más puramente emocional de la religión, la mística de dios o como lo queramos llamar, es un sentimiento complejo, gordo y pesado, que no alcanza a pasar sobre esa pared y choca contra ella. (En cambio, la parte de valores altruistas de la religión católica me llega bien. No sé si es una emoción mucho más simple para mi o si directamente no encaja con mi razonamiento).
Para acabar, una foto del extremo de una Faia que me hipnotizó.
Como arde...
Pd: Una entrada un tanto rara, lo sé. Tengo frío, que me quita casi toda la concentración, y además no la he repasado. Ya lo haré.
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